viernes, 24 de octubre de 2008

Los pobres ahogados

No puedo concentrarme en estos momentos; no cuando el recuerdo de aquellos pares de ojos me persigue, siempre desafiantes; y eso que no los veo hace más de medio año, pero aún así, siguen apareciendo en mis pesadillas. Me miraban con algo que nosotros en nuestra condición de humanos podríamos definir como pena. Si es cierto que los ojos son la ventana al alma; el alma de ese ser, porqué ahora estoy seguro que la tenía, había estado sufriendo antes de ser asesinado.
Me produce repulsión recordar mis manos sobre su asquerosa piel, sentir las horrendas y anormales escamas debajo de mis dedos protegidos por los guantes. Estas no son como los animales marinos que ningún pescador haya encontrado antes, pero, después de todo, no es un animal que alguien, aparte de mi y todos esos pobres desgraciados, haya visto. ¿No?
Ni siquiera se porqué acepté ese trabajo, tal vez para probarme a mi mismo; y al resto de personas, que lo he dejado todo atrás. Pero, ¿No fue este tipo de actitud la causante de los hechos de aquel verano? ¿La causante de mi futura desgracia y degradación como persona? Ese mismo pensamiento fue lo que trajo sobre mi ruina y desesperación, ¿por qué no he aprendido de mis errores?
Pero sé, muy en el fondo pero lo sé, que no acepté esto por probar nada, lo hice por la necesidad de saber, de echar luz a los acontecimientos de aquel día, para saber que había pasado en realidad en el mar.Para poder explicarme como mi amada había muerto- si el termino “muerta” se puede aplicar en este caso- como había sido arrancada de mis manos por una fuerza que hasta el día de hoy permanecía oculta.
Tal vez sea cierto que la “muerte” de mi prometida tuvo un profundo efecto en mi forma de ser, pero, más que nada, las circunstancias de su “accidente” son, mayormente, la verdadera razón por la cual me levanto en medio de la noche, sudando; gritando y llorando.
Aquél día había empezado como cualquier otro, lo único remarcable era el horripilante calor que hacía, no había sido mi idea la de salir, pero ahora no podía negarme; siempre y cuando dije, no fuéramos a un lugar muy publico.
No se como me dejé convencer de ir a la playa.
Aquel horrible lugar, fuente de mis pesadillas y, aún hoy, terror más absoluto.El anillo de diamante en el dedo de la mujer a mi lado brillaba bajo el inmisericordioso sol, al venir de una familia adinerada me había permitido el lujo de comprar tal roca. Pero si hubieras estado ahí, ¡la miraban como si la quisieran muerta!
Me señaló unos botes que llevaban turistas dentro del mar, pero me rehusé a ir. Siempre le he temido al océano, los territorios inexplorados ocultan secretos terribles; cosas que ningún hombre, por lo menos lo que quieran mantener su cordura, deberían apreciar.
Había algo allí, podía sentirlo desde ese momento. No era simplemente mi repulsión a estar rodeado de desconocidos en un “ataúd sobre el mar”, simplemente lo sabía, había, hay, algo dentro de aquel infinito lugar.
Pero, como todos los hombres casados o prometidos, me encontré a mi mismo averiguando sobre el precio del paseo. Ella siempre había logrado hacerme comer mis palabras; ya sea molestándose o cuestionando mi hombría, cosa que acababa de hacer.
Ahora, dos años más tarde, me preguntó si su muerte y mi posterior degradación a un ermitaño, valieron la pena; todo con el afán de demostrar que era un “verdadero hombre”.
Pero el sujeto encargado del negocio, uno que olía terriblemente a pescado y alcohol, nos informaba que tendríamos que viajar en botes separados. Gruñí ante esta vuelta de eventos, observé de nuevo el mar; y otra vez sentí ese pánico y temor del principio.
>Creo que te esperaré en tierra firme.
> ¿Por qué?
> No lo se…algo me molesta
> Entonces yo tampoco voy- dijo ella mientras cruzaba sus brazos sobre su pecho, haciendo un puchero como el de una niña de 5 años.
> ¿Por qué?- me encontré a mi mismo preguntando lo mismo que ella.
> No sé- respondió en tono burlón y obviamente molesto. –Alguien me molesta.
Refunfuñando le pagué al hombre lo que pedía, mientras este reía bajo su extraño bigote grasoso, tomando de la mano a mi mujer y guiándonos a los botes, ignorando por completo el grito dentro de mi cabeza.
El mar a mi alrededor era inmenso, y por momento me sentí como un mosquito en una mansión malvada y abandonada. Pero, después de todo, ¿no todos lo somos? ¿Qué hacemos por la vida? Los hombres comunes y corrientes no somos nada, y a nivel mundial somos aún más insignificantes. ¿Qué es el ser humano? Simplemente otra especie que puebla la tierra, como lo hicieran los dinosaurios eones atrás; y, probablemente, compartiríamos su destino.
Mientras pensaba en la pequeñez de los hombres mundanos en la sociedad actual me percaté que ya habían pasado veinte minutos desde que zarpáramos, y ninguno de los tantos animales que nos habían prometido ver habían aparecido. Me pregunto si sabían lo que pasaría, después de todo, perros y aves siempre saben cuando una catástrofe se avecina. El calor iba en aumento y me sentía con sueño y modorra, última vez en mi vida que experimentaría alguna de ellas, así que para intentar calmarme observé el cielo, que me dí cuenta empezaba a oscurecer cada minuto, hasta que ya se había ocultado el sol; a pesar de ser tan solo medio día.
Agradecí a los cielos por el clima actual, idiota de mí, no sabía los horrores que me esperaban.
De repente; los vientos empezaron a golpear fuertemente, meciendo mi bote terriblemente; pero no era como si una madre meciera a un hijo para calmarlo, se sentía como cuando un animal mece a su presa para comerla.
Mis manos se agararrón a los lados de la nave, enterrando mis uñas como si fueran garras. Todos estaban gritando, y las madres sujetaban a sus hijos temiendo lo peor; los hombres observaban a los lados, buscando una nave, o algo, que los pudiera salvar.
El bote al lado mío estaba en peores condiciones, al ser más antiguo la marea lo afectaba de peor forma. De repente pude ver algo en las profundidades, una sombra se movía bajo nosotros. Me estremecí al darme cuenta de que había alguna criatura debajo de nosotros, no por el tamaño de la sombra ya que esta era de tamaño regular, por que podía sentir la maldad emanar del lugar.
La sombra desapareció de repente, pero los vientos y marea continuaron en aumento; no tengo la menor idea cuando empecé a gritar, pero debe de haber sido cuando vi las piedras que sobresalían del agua; porqué esas piedras no estaban ahí antes.
Un último golpe de viento separó los botes notoriamente, el nuestro golpeó una roca fangosa, todos los pasajeros reaccionaron de inmediato aferrandose al fango; que por alguna extraña razón, parecía tener las propiedades de la maleza.
El segundo bote, por el contrario, fue a estrellar contra una roca virgen, destruyéndose así la frágil madera de la cual el transporte estaba hecho. Todos los pasajeros salieron volando y golpearon salvajemente el agua, algunos ahogándose irremediablemente, algunos cobardes atrapaban a otros en sus brazos, usándolos como botes salvavidas.
Nos tomó unos segundos reaccionar, pero en un santiamén habíamos lanzado nuestros chalecos salvavidas; el extraño estallar del bote había destruido los chalecos de los tripulantes. Los sobrevivientes los atraparon fácilmente, ella estaba ahí; su anillo resplandeciente brillaba aún en ese momento, y nosotros empezamos a jalar, sin importar que el horror haya congelado nuestros cerebros, impidiéndoles trabajar del todo.
De repente la sombra volvió a aparecer.
Nadie reaccionó cuando el primero desapareció entre las pequeñas olas que se estaban formando, pero estoy seguro que dejamos de jalar cuando vimos el segundo desvanecerse frente a nuestras propias narices. La sombra de aquel ser se iba agrandando, debía medir 4 o 5 metros, y los que estaban flotando iban desapareciendo, jalados a las profundidas por aquella fuerza oculta de los mares.
Todos empezamos a jalar aún mas fuertemente, pero mientras la criatura se hacía cada vez más presente, mis compañeros iban desistiendo, así empezaron a soltar las cuerdas que nos conectaban a los chalecos en el mar. Sin importarme que yo fuera el único en seguir intentando sacar a su ser querido continué en mi labor, todos gritaban y los más cobardes lloraban. Pero no lloraban por el destino de los ahogados, lloraban por una razón que no podían concebir, lloraban porqué aquella sombra, aquel ser, les recordaba algo, les transmitía emociones, emociones de miedo y desesperación.
Ella ya estaba lo suficientemente cerca, solo tendría que estirar mi mano y podría estar a salvo; pero no lo hice, por alguna razón me encontré a mi mismo como los demás, paralizado y con ganas de gritar y llorar.
Entonces la sombra también se la llevo; no lo vi, pero lo sé. Un minuto estaba allí, una pequeña ola cubrió su cabeza, y al siguiente instante lo único que estaba en mis manos era aquella cuerda rota.
El regreso a la bahía fue desalentador, nadie hablaba; todos estábamos sumidos en nuestras propias conclusiones. ¿Qué había pasado?, ¿Qué había sido esa sombra? ¿Qué había sido de aquellas gentes?, sé de algunas personas que jamás pudieron volver a ser las mismas después de esos acontecimientos, algunas se suicidaron; otras se encerraron en manicomios o en sus casas, siempre recordando aquel sentimiento de horror supremo que encontramos en el mar.
Así pasé dos años, vendiendo todas mis pertenencias y recluyéndome en una casa de las montañas, leyendo libros prohibidos y malignos, y estudiando las criaturas marinas; siempre intentando saber que era esa cosa.
La oportunidad llegó, claro esta, gracias a mi encierro y estudios me hice de renombre en el pueblo que visitaba; así que, cuando capturaron a un pez de extrañas escamas y dos pares de ojos, me invitaron a que yo fuera el primero en estudiarlo.
Al fin lo tenía en mis manos.
La llamada la recibí cuando me preparaba para dormir, era otra vez aquella fecha maldita, y honestamente no me sentía muy bien. El cielo se había oscurecido rápidamente, ¡Si hasta parecía ya medianoche, a pesar de ser tan solo las 6 de la tarde!
Me vestí rápidamente, no quería perder ningún segundo, había estado esperando este momento desde hace años. Cuando llegara al pueblo me entrevistaría con el capitán del barco que había capturado a tal horrible abominación. Bajé de mi bicicleta, ella me había acostumbrado a usarla, siempre queriendo salvar el medio ambiente, y no se por qué, algo en el lugar me daba escalofríos. La marea había subido notoriamente, y el olor ha pescado, olor a pescado muerto por alguna razón, reinaba en el lugar. El pequeño depósito en donde habían instalado una precaria veterinaria parecía incitar el rechazo, sus polvorientas ventanas, rotas claro esta, parecían un par de ojos sin fondo que brillaban en la oscuridad. Me aproximé a la silueta que asumí era el hombre con el que tenía que entrevistarme, pero al acercarme a él no podía dejar de notar un olor extraño, uno aún más desagradable que el del pescado muerto, la sombra del sujeto apoyado en el muelle era escalofriante; ya que parecía un ser de ultratumba, con garras en vez de manos y diamantes por ojos.
El hombre de barba blanca y pelo casi inexistente se mostró muy cordial e inteligente; aún para la situación. Pesé a su atuendo obviamente cliché, pantalones y polera azul con un polo blanco, demostró ser un ser terriblemente inteligente y lleno de bondad, algo que no se esperaría de alguien de su pueblo natal. No paraba de referirse a mí como si fuera un anciano, ya que debo admitir que, mi encierro había producido una rápida decrepitación en mi rostro y cuerpo; ahora, pese a mis 32 años, aparentaba ser un hombre de 48.
El capitán, un hombre llamado José Meléndez, pasó a explicarme toda su odisea para atrapar al bicho que ahora descansaba tapado por un manto de color grisáceo.
Aparentemente era aún de día cuando un bote partió de la costa hacía muy dentro del mar, aparentemente aquel hombre de barba grasosa y olor a pescado no había quedado “marcado” por la experiencia que nos habíamos visto sometidos; ya que había reabierto su negocio y ahora gozaba de cobrar exorbitantes precios por llevar a la gente al punto exacto de “La sombra de Zeus” como tan originalmente los pueblerinos, pobres idiotas, habían bautizado al lugar.
En eso estaban, me comentó, cuando volvieron a taparse los cielos, y unas piedras, que antes juraban no estaban allí, aparecieron. El bote se había visto volcado sobre si mismo, y la sombra había vuelto a atacar. Felizmente el buque pesquero de Meléndez se hallaba por la zona, este; al ser un barco de metal gigantesco, contaba con arpones y armas de diferente calibre para hacer frente a la criatura que intentaba desaparecer a la embarcación que para esos momentos se hallaba flotando en el mar.
Un brillo extraño apareció en los ojos del hombre mientras describía la batalla con la abominación, él y sus hombres estaban seguros de haber dado un golpe directo al cuerpo con el arpón; pero una fuerza sobrenatural seguía jalando el extremo de metal, intentando una desesperada huída. Doce hombres intentaron con todas sus fuerzas someter a la criatura-pez pero de repente los cielos se oscurecieron totalmente, y un llanto como el de un infante se hizo escuchar. Toda la tripulación del buque cayó sobre sus rodillas y empezó a llorar sin saber porqué, todos menos Meléndez. Él siguió de pie y disparó con su pistola ciegamente al océano, ya no le interesaba salvar a los ahogados; como muy apenadamente me confesó, sino quería acabar con aquél grito desgarrador que le hacía sangrar los oídos.
Y con un último grito infernal que se dejó oír a través de la bastedad de los mares, la pelea dejó un solo ganador, los hombres. Pero de repente, me cuenta él, muchas mas sombras aparecen en el mar; susurrando algo antes de desaparecer, misteriosamente, con las piedras que no solían estar ahí. Meléndez se puso blanco como el papel mientras narraba que al subir la “presa” al buque, tres de sus hombres saltaron al mar mientras dos huían despavoridos, sin contar a aquél que había terminado sentándose en posición fetal, susurrando para si mismo, al final; aquel hombre se arrancó los ojos en un arrebato de locura extrema.
Turbado profundamente por su relato, de tan gran toqué fantástico debo agregar, le pregunté porqué no le había afectado a él de sobremanera el aspecto de la criatura-pez; a lo que solo se encogió de hombros, diciendo que; al haber nacido en Joca, pueblo ubicado en la sierra del país y prácticamente inmerso en la línea que separaba sierra y selva, ya había visto suficiente cosas “locas” y “trabajo de bruja” como para poder soportar cual deformidad terrenal. Aunque después de ese pequeño discurso de bravería me informó, siempre en voz baja y susurrante, que había estado cerca de proferir un grito al ver a su “presa”. Me volvió a ver sonriente bajo su inmensa barba mientras se alejaba, llevándose aquél horripilante olor a animal salvaje con él.Sacudiendo el horrible malestar me adentré en el deposito, la poca luz que ingresaba por las ventanas creaban un juego de sombras terrible, con horrendas garras-manos que se extendían por todo el piso del lugar. No había nada aparte de una mesa con un tela encima de ella, y las sombras se torneaban de tal forma que parecían querer proteger el tesoro que allí yacía. Caminando apresuradamente a la mesa me senté en la única silla disponible, y sin pensar más arranqué aquel pedazo de tela que me separaba del horror supremo.
Un grotesco ser me devolvió la mirada, y poco faltó para que huyera gritando como un poseso. La criatura tenía la fisiología de un pez; su color entre azul y rojo desafiaba la imaginación; y sus dos pares de ojos, que estaban esparcidos por los lados de su cuerpo, te seguían sin importar a donde te movieras.
Cerré los ojos y tomé una bocanada de aire para intentar relajarme, los ojos del pez-ser me observaba atentamente; a pesar de que estaba seguro que estaba muerto. Apresurando mis movimientos empecé a buscar algo en la cosa esa, hasta ahora no sé que buscaba, abrí su boca; espantado al ver sus diminutos dientes; lo volteé miles de veces, pero sus ojos me observaban curiosamente. Me estremecí al frotar mis dedos contra sus escamas, una sensación de familiaridad me embargó totalmente; y, sin darme cuenta, me quedé observando a la cosa por poco más de diez minutos.
Pero de pronto algo me llamó la atención, me acerqué tanto que mi nariz rozaba el estomago del pescado; de repente me alejé, pegué un grito y me desmayé.Cuando recobré el sentido salí corriendo de aquel maldito lugar, escondiéndome en mi cabaña todo el día; solo saliendo cuando fueron a darme unas noticias los pueblerinos.
Claro que no me alarmé cuando me enteré que el espécimen había desaparecido de su lugar de exhibición; ni tampoco cuando, alarmados, me explicaron que el capitán Meléndez había desaparecido junto con toda su tripulación.Lo único que en realidad me sorprendió, pero aún así no fue tanto, fue cuando me decían que aquel hombre de la barba grasosa volvió a abrir su negocio de botes.
Tal vez el capitán desapareció por volver al mar, yo lo he evitado desde ese día; guarda secretos que maldigo haber descubierto. Y aquel dueño del negocio, tengo el presentimiento que ha deducido que yo sé su secreto.
Tal vez venga por mí, lo he visto un par de veces en el pueblo; y siempre me observa desde lejos, murmura algo y se va.
Pero tal vez deba explicar lo que sucedió esa noche, lo que descubrí hizo que huyera del deposito mientras los relámpagos y truenos dejaban notar su presencia en los cielos. Lo que hizo que me recluyera totalmente de la civilización y temiera lo que el mar oculta.
Cuando me pegué al estomago del ser pude estudiar más a fondo sus escamas, que parecían estar formadas por pequeños círculos ovalados. Estos círculos tenían una forma muy familiar para mí pero no fue hasta que observé una parte cercana a sus ojos que supe el porque de esto, sus escamas estaban hechas de piel humana, y en aquel punto cerca de sus ojos brillaba un anillo de compromiso.
Cielo santo, ¡¿En qué se habían convertido esos pobres ahogados?!

2 comentarios:

Oh Dany Boy ! dijo...

Sin palabras.
Qué bueno es que haya blogs como el tuyo!
Felicidades por tener un blog con tan buen contenido. Estaría super si nos sorprendieras con una historia para Noche de Brujas.
Buena vibra.

Oh Dany Boy ! dijo...

P.D

Tambien estaría bien que pusieras una entrada para seguidores. Yo con gusto me apunto