viernes, 31 de octubre de 2008

El misterio de la Araña

No puedo vivir con el conocimiento dentro de mi cabeza, ¿lo sabes verdad?, por eso estoy aceptando tu pedido de que te cuente por lo que he pasado, lo haré, si tan solo para que puedas entender el por qué te pido tantos favores.

¿Recuerdas que tan ansioso estaba de empezar a enseñar en aquel lugar?, ¿Cómo decía que por fin podría retribuirle algo a la sociedad?, Tengo que admitir que la capacidad de moldear mentes fácilmente me atraía mucho en ese momento, tal vez esa fue la verdadera razón por la cual acepte dictar allí, y lo que les decía a ustedes era solo una mentira, algo para calmar mi corazón y espíritu.

Espíritu, aún esa palabra me da escalofrías, veo en tus ojos la curiosidad, eres joven, no como yo, desgastado y en mis ultimas horas de vida.

Veo que intentas decir algo, pero por favor, no digas nada, se que a tus ojos aún soy joven, 35 años no es estar viejo tampoco, pero mentalmente creo que estoy más destruido que todos los pacientes de un hospital psiquiátrico juntos.

Cuando me enteré de cómo era todo no supe como reaccionar, me mudé constantemente, la razón por la cual mi familia no sabía si estaba vivo o muerto, y solía refugiarme en lugares cerrados y llenos de gente, porque no quería sentirme solo.

¿Demasiado rápido? Debo empezar desde el principio, si no te molesta pondré mi cabeza en la almohada, como te decía, cuando empecé a enseñar todo iba normal, había muchos López, Raúl o José, tu sabes, como en cualquier lado.

La escuela era muy pequeña, tan solo tenía cinco salones en donde solo había una pizarra y los asientos eran compuestos de ladrillos; aquellos chicos tenían que escribir apoyándose en sus piernas; recuerdo aún que me preguntaban como era capaz de enseñar en un lugar como ese y que yo contestaba que; pesé a que no me pagaran; me gustaba ayudar a la población.

La calle en la que se encontraba la escuela también era digna de mención, encontrada en un barrio pobre de la ciudad los alrededores demostraban un descuido total, ventanas rotas y pintura descolorida era habitual lo que me sorprendía era la inusual falta de graffitis por allí, y los dos únicos árboles que eran consideradas “áreas verdes”, pese a que ambos estaban viejos y sin hojas, muertos como la mayor parte de sus alrededores.

Era un día como cualquiera cuando noté a Matías Beltrán; no sé por qué hasta ese momento me había pasado desapercibido, tal vez tenía algo que ver con el hecho que siempre se alejaba de todos, no salía con el resto de chicos a jugar, solo se quedaba en el salón, en la esquina más alejada y oscura debo añadir, leyendo el mismo libro; intenté hacerlo participar en clase, pero solo se encogía de hombros y volvía sus ojos a su carpeta, moviéndolos de un lado a otro, como si aún siguiera leyendo su libro; pesé a que yo ya me había asegurado que lo tuviera guardado en su mochila, que en realidad era una bolsa con millones de parches para cubrir los huecos.

No sé por qué pero desarrolle una pequeña obsesión con Beltrán, no me mires asqueado no desarrollé ese tipo de obsesión; simplemente me sentía curioso sobre el chico; algo que ver con su aspecto constantemente desaliñado, sus ojos negros como brea, y aquel creciente olor a animal que despedía, supuse que no tenía facilidad a bañarse todos los días: no era digno de mención, muchos de mis alumnos no tenían ni focos en sus hogares.

Durante los siguientes días intenté hacer que el chico se soltará, siempre sin existo, pesé a que sutilmente advertía que aquellos que no participaran en las actividades serían calificados con la mínima nota, el niño no se movía, solo se encogía de hombros, como quién sabía que todo era inútil, su mirada solo transmitía una idea: "¿crees que me importa?"

Por ello es qué le pedí que se quedara en el aula un día después de clase, quería saber en que tanto pensaba, y que era ese raro libro con el que siempre andaba.

Sabes que me gusta ser puntual, así que siempre llegaba 30 minutos antes de empezar clases y descansaba mis ojos mientras llegaban mis alumnos, pues ese día había llegado a clases a la hora exacta pesé a levantarme más temprano de lo usual, a la hora de descanso sin darme cuenta me quedé dormido tan profundamente que no me di cuenta que el recreo había finalizado y el salón me miraba divertido mientras roncaba, solo desperté cuando Matías tocó mi cabellera con su mano, jugando con mis cabellos como una madre le haría a un hijo, por alguna razón me desperté de golpe, sudando considerablemente.

Mientras el resto del alumnado salía por la única puerta que había, en realidad era más como un hueco tapado con un pedazo de lo que en algún momento habría venido a ser la caja de un refrigerador, podía sentir la mirada penetrante del chico, me sentí nauseabundo y mareado, pero dispuesto a tener la charla me senté delante suyo, su expresión carente de toda emoción, lo único que transmitía era una frialdad científica casi antinatural, se desvaneció, lo único que quedaba era el cascaron de lo que venía a ser Matías Beltrán.

Tragué saliva y empecé a hablar, no podía dejar de pensar que me sentía si estuviera intentando conversar con una figura de cera; algo tan carente de vida y emoción que parecía no estar vivo, solo cuando mencioné que quería ir a su casa sus ojos volvieron a tornarse negros, regresando del color casi gris de momentos atrás.

-Si quiere venir a la casa deberíamos salir ahora- contestó con un tono tan de autómata que dudé por un momento que solo me encontrara hablando con un niño, caminó hacía su bicicleta y emprendió el camino, sin voltear ni una sola vez para saber si lo seguía o no.

Lo perseguí en mi antiguo automóvil, Matías manejaba su vehiculo con gran destreza, se metía cada vez más entre las casas abandonadas, aquellas que no tenían siquiera puertas, ya estaba atardeciendo cuando llegamos a su hogar, el chico se paró delante de una pequeña casa con las ventanas rotas y que parecía, por lo menos desde fuera, que no tenía ninguna condición para albergar una familia, lanzando su bicicleta a un lado nos adentramos en el lugar y como había sospechado el techo no tenía focos, y el sitio parecía deshabitado hace mucho tiempo, el único mueble que pude notar era un viejo colchón que parecía haber sido orinado y vomitado encima, y lo que aún recuerdo es el olor, el mismo olor a animal que el chico parecía llevar a todas partes, aquel que en esos momentos era tan potente que me veía obligado a respirar por la boca, y aún de esta forma me sentía asqueado; pero por alguna razón que no pude explicar, con miedo.

-.Padre y madre no se encuentran, debe irse- volvió a contestar como autómata mi pupilo, lo observe unos segundos, pero nada en su actitud podía reflejar que estuviera mintiendo así que decidí hacerle caso, guiándome yo mismo a la salida.

Estaba abriendo la puerta del auto cuando lo noté, el libro, ¡aquél maldito libro que el chico leía con tanto afán!, allí; tirado, incitándome a cogerlo y ojear su contenido.
Caminé rápidamente y lo tomé en mis brazos y sin darme vuelta atrás me metí al automóvil y huí hacía mi casa, sintiéndome observado todo el tiempo.

¿Recuerdas que en ese tiempo compartía departamento con Carlos? Sé que nunca te agradó, el era fuertemente agnóstico y tú siempre tan católico no podías ni verlo en pintura, el hecho es que al llegar a casa me sentí tan cansado que me dormí en el sofá y cuando me desperté a la mañana siguiente encontré el libro tirado sobre la mesa de estar, Carlos se movía de un lado para otro, me dijo que por fín había encontrado uno, que no creía que el ser los necesitara pero que parecía que así era; ¿recuerdas que siempre hablaba de un ser al que nunca describía?, me mostró los contenidos del libro, no había absolutamente ninguna palabra allí, solo varios recortes de ojos de personas, pintados con tinta roja para cubrir el iris.

-No es tinta, es sangre- me corrigió Carlos como adivinando mis pensamientos, dijo que necesitaba prepararse pero que pasaría al final de clases a recogerme, que por mientras actuara con naturalidad.

Me retiré de casa y volví a la escuela, el día transcurrió normal, con la excepción que Matías no dejaba de verme pero de forma diferente, con una emoción; la única que vi en su rostro; odio, como si le hubiera quitado algo valioso, algo tan sagrado que mi castigo debería ser horrible e inimaginable.

Al finalizar el día y al haberse retirado todos me deje caer en el suelo, me sentía exhausto y enfermo, entonces noté el olor que ahora conectaba irremediablemente con mi alumno, abrí mis ojos y lo encontré frente a mí.

-Quiero mi libro de vuelta, sé que lo tiene- sus nudillos estaban blancos, enseñaba los dientes y sus cejas estaban arqueadas, se acercó dos pasos agachando la cabeza, dándole un aspecto abominable y aterrador.

-Aquí esta tu libro- Carlos dijo, no sabía en que momento había llegado, yo estaba demasiado ensimismado en el miedo que aquel chiquillo me había desatado, este volvió su atención a mi amigo y caminó tranquilamente hacía él cuando de repente Carlos lo golpeó con una tabla de madera que había tenido oculta en todo momento.

No sé de donde saqué fuerzas para levantarme y correr hacía el niño, pero mi amigo me golpeó también en el pecho, al caer me arrastró jalándome por el cuello de mi camisa, juntando la “puerta” del salón procedió a prenderle fuego al lugar.

Como pude me paré e intenté salvar al pobre chico que estaba atrapado dentro, pero Carlos se situó detrás mió y agarrándome de los brazos me guió a un hueco que dejaba ver lo que sucedía dentro a pesar de las llamas cada vez más crecientes.

Matías corría de una pared a otra buscando una salida cual animal enjaulado, y cuando las lenguas de fuego crecieron a tal grado que podían tocarlo llevó sus manos al pecho, cayendo al suelo, lo que sucedió a continuación jamás podré olvidarlo.

De la espalda del chico salieron unas enormes patas blancas, como las de una araña gigantes, pero estas tenían unas uñas negras, inmediatamente después salieron otras dos iguales, para luego; destruyendo totalmente el torso del muchacho; saliera una criatura terrible, con alas y millones de ojos que se esparcían por todo lo que se podría llamar cuerpo, una lengua babosa escurriendo del centro de su tórax, poseía muchos detalles que no puedo describir, el pavor que sentí fue suficiente para que mi mente se pusiera en blanco.

Mientras el cuerpo del chico caía muerto, aquella abominable criatura buscaba una salida, solo para ser consumida por las llamas, muriendo mientras emitía un terrible chillido.

Carlos tuvo que arrastrarme al auto para poder huir de aquél terrible lugar donde mis pesadillas empezaron.

Desde ese día perdí contacto con Carlos, creo saber por qué; pero no quiero saber la verdad, me aterrá siquiera imaginarla.

Las pesadillas continuaron, durante meses. Decidí ir a un psiquiatra para que me ayudara a liberarme de los recuerdos, para que me ayudara a volver a ser el mismo. El doctor me atendió durante meses, hasta que día me alcanzó un papel; explicandomé que quería que vaya a un doctor para hacer una serie de pruebas. Y fuí.

Creo que ya sabes como acaba esta historia, ¿no?, entonces me quedaré callado, apúrate, jala el gatillo de la pistola apuntada a mi cabeza, mátame junto con el monstruo que se escondió en mi cerebro.

viernes, 24 de octubre de 2008

Los pobres ahogados

No puedo concentrarme en estos momentos; no cuando el recuerdo de aquellos pares de ojos me persigue, siempre desafiantes; y eso que no los veo hace más de medio año, pero aún así, siguen apareciendo en mis pesadillas. Me miraban con algo que nosotros en nuestra condición de humanos podríamos definir como pena. Si es cierto que los ojos son la ventana al alma; el alma de ese ser, porqué ahora estoy seguro que la tenía, había estado sufriendo antes de ser asesinado.
Me produce repulsión recordar mis manos sobre su asquerosa piel, sentir las horrendas y anormales escamas debajo de mis dedos protegidos por los guantes. Estas no son como los animales marinos que ningún pescador haya encontrado antes, pero, después de todo, no es un animal que alguien, aparte de mi y todos esos pobres desgraciados, haya visto. ¿No?
Ni siquiera se porqué acepté ese trabajo, tal vez para probarme a mi mismo; y al resto de personas, que lo he dejado todo atrás. Pero, ¿No fue este tipo de actitud la causante de los hechos de aquel verano? ¿La causante de mi futura desgracia y degradación como persona? Ese mismo pensamiento fue lo que trajo sobre mi ruina y desesperación, ¿por qué no he aprendido de mis errores?
Pero sé, muy en el fondo pero lo sé, que no acepté esto por probar nada, lo hice por la necesidad de saber, de echar luz a los acontecimientos de aquel día, para saber que había pasado en realidad en el mar.Para poder explicarme como mi amada había muerto- si el termino “muerta” se puede aplicar en este caso- como había sido arrancada de mis manos por una fuerza que hasta el día de hoy permanecía oculta.
Tal vez sea cierto que la “muerte” de mi prometida tuvo un profundo efecto en mi forma de ser, pero, más que nada, las circunstancias de su “accidente” son, mayormente, la verdadera razón por la cual me levanto en medio de la noche, sudando; gritando y llorando.
Aquél día había empezado como cualquier otro, lo único remarcable era el horripilante calor que hacía, no había sido mi idea la de salir, pero ahora no podía negarme; siempre y cuando dije, no fuéramos a un lugar muy publico.
No se como me dejé convencer de ir a la playa.
Aquel horrible lugar, fuente de mis pesadillas y, aún hoy, terror más absoluto.El anillo de diamante en el dedo de la mujer a mi lado brillaba bajo el inmisericordioso sol, al venir de una familia adinerada me había permitido el lujo de comprar tal roca. Pero si hubieras estado ahí, ¡la miraban como si la quisieran muerta!
Me señaló unos botes que llevaban turistas dentro del mar, pero me rehusé a ir. Siempre le he temido al océano, los territorios inexplorados ocultan secretos terribles; cosas que ningún hombre, por lo menos lo que quieran mantener su cordura, deberían apreciar.
Había algo allí, podía sentirlo desde ese momento. No era simplemente mi repulsión a estar rodeado de desconocidos en un “ataúd sobre el mar”, simplemente lo sabía, había, hay, algo dentro de aquel infinito lugar.
Pero, como todos los hombres casados o prometidos, me encontré a mi mismo averiguando sobre el precio del paseo. Ella siempre había logrado hacerme comer mis palabras; ya sea molestándose o cuestionando mi hombría, cosa que acababa de hacer.
Ahora, dos años más tarde, me preguntó si su muerte y mi posterior degradación a un ermitaño, valieron la pena; todo con el afán de demostrar que era un “verdadero hombre”.
Pero el sujeto encargado del negocio, uno que olía terriblemente a pescado y alcohol, nos informaba que tendríamos que viajar en botes separados. Gruñí ante esta vuelta de eventos, observé de nuevo el mar; y otra vez sentí ese pánico y temor del principio.
>Creo que te esperaré en tierra firme.
> ¿Por qué?
> No lo se…algo me molesta
> Entonces yo tampoco voy- dijo ella mientras cruzaba sus brazos sobre su pecho, haciendo un puchero como el de una niña de 5 años.
> ¿Por qué?- me encontré a mi mismo preguntando lo mismo que ella.
> No sé- respondió en tono burlón y obviamente molesto. –Alguien me molesta.
Refunfuñando le pagué al hombre lo que pedía, mientras este reía bajo su extraño bigote grasoso, tomando de la mano a mi mujer y guiándonos a los botes, ignorando por completo el grito dentro de mi cabeza.
El mar a mi alrededor era inmenso, y por momento me sentí como un mosquito en una mansión malvada y abandonada. Pero, después de todo, ¿no todos lo somos? ¿Qué hacemos por la vida? Los hombres comunes y corrientes no somos nada, y a nivel mundial somos aún más insignificantes. ¿Qué es el ser humano? Simplemente otra especie que puebla la tierra, como lo hicieran los dinosaurios eones atrás; y, probablemente, compartiríamos su destino.
Mientras pensaba en la pequeñez de los hombres mundanos en la sociedad actual me percaté que ya habían pasado veinte minutos desde que zarpáramos, y ninguno de los tantos animales que nos habían prometido ver habían aparecido. Me pregunto si sabían lo que pasaría, después de todo, perros y aves siempre saben cuando una catástrofe se avecina. El calor iba en aumento y me sentía con sueño y modorra, última vez en mi vida que experimentaría alguna de ellas, así que para intentar calmarme observé el cielo, que me dí cuenta empezaba a oscurecer cada minuto, hasta que ya se había ocultado el sol; a pesar de ser tan solo medio día.
Agradecí a los cielos por el clima actual, idiota de mí, no sabía los horrores que me esperaban.
De repente; los vientos empezaron a golpear fuertemente, meciendo mi bote terriblemente; pero no era como si una madre meciera a un hijo para calmarlo, se sentía como cuando un animal mece a su presa para comerla.
Mis manos se agararrón a los lados de la nave, enterrando mis uñas como si fueran garras. Todos estaban gritando, y las madres sujetaban a sus hijos temiendo lo peor; los hombres observaban a los lados, buscando una nave, o algo, que los pudiera salvar.
El bote al lado mío estaba en peores condiciones, al ser más antiguo la marea lo afectaba de peor forma. De repente pude ver algo en las profundidades, una sombra se movía bajo nosotros. Me estremecí al darme cuenta de que había alguna criatura debajo de nosotros, no por el tamaño de la sombra ya que esta era de tamaño regular, por que podía sentir la maldad emanar del lugar.
La sombra desapareció de repente, pero los vientos y marea continuaron en aumento; no tengo la menor idea cuando empecé a gritar, pero debe de haber sido cuando vi las piedras que sobresalían del agua; porqué esas piedras no estaban ahí antes.
Un último golpe de viento separó los botes notoriamente, el nuestro golpeó una roca fangosa, todos los pasajeros reaccionaron de inmediato aferrandose al fango; que por alguna extraña razón, parecía tener las propiedades de la maleza.
El segundo bote, por el contrario, fue a estrellar contra una roca virgen, destruyéndose así la frágil madera de la cual el transporte estaba hecho. Todos los pasajeros salieron volando y golpearon salvajemente el agua, algunos ahogándose irremediablemente, algunos cobardes atrapaban a otros en sus brazos, usándolos como botes salvavidas.
Nos tomó unos segundos reaccionar, pero en un santiamén habíamos lanzado nuestros chalecos salvavidas; el extraño estallar del bote había destruido los chalecos de los tripulantes. Los sobrevivientes los atraparon fácilmente, ella estaba ahí; su anillo resplandeciente brillaba aún en ese momento, y nosotros empezamos a jalar, sin importar que el horror haya congelado nuestros cerebros, impidiéndoles trabajar del todo.
De repente la sombra volvió a aparecer.
Nadie reaccionó cuando el primero desapareció entre las pequeñas olas que se estaban formando, pero estoy seguro que dejamos de jalar cuando vimos el segundo desvanecerse frente a nuestras propias narices. La sombra de aquel ser se iba agrandando, debía medir 4 o 5 metros, y los que estaban flotando iban desapareciendo, jalados a las profundidas por aquella fuerza oculta de los mares.
Todos empezamos a jalar aún mas fuertemente, pero mientras la criatura se hacía cada vez más presente, mis compañeros iban desistiendo, así empezaron a soltar las cuerdas que nos conectaban a los chalecos en el mar. Sin importarme que yo fuera el único en seguir intentando sacar a su ser querido continué en mi labor, todos gritaban y los más cobardes lloraban. Pero no lloraban por el destino de los ahogados, lloraban por una razón que no podían concebir, lloraban porqué aquella sombra, aquel ser, les recordaba algo, les transmitía emociones, emociones de miedo y desesperación.
Ella ya estaba lo suficientemente cerca, solo tendría que estirar mi mano y podría estar a salvo; pero no lo hice, por alguna razón me encontré a mi mismo como los demás, paralizado y con ganas de gritar y llorar.
Entonces la sombra también se la llevo; no lo vi, pero lo sé. Un minuto estaba allí, una pequeña ola cubrió su cabeza, y al siguiente instante lo único que estaba en mis manos era aquella cuerda rota.
El regreso a la bahía fue desalentador, nadie hablaba; todos estábamos sumidos en nuestras propias conclusiones. ¿Qué había pasado?, ¿Qué había sido esa sombra? ¿Qué había sido de aquellas gentes?, sé de algunas personas que jamás pudieron volver a ser las mismas después de esos acontecimientos, algunas se suicidaron; otras se encerraron en manicomios o en sus casas, siempre recordando aquel sentimiento de horror supremo que encontramos en el mar.
Así pasé dos años, vendiendo todas mis pertenencias y recluyéndome en una casa de las montañas, leyendo libros prohibidos y malignos, y estudiando las criaturas marinas; siempre intentando saber que era esa cosa.
La oportunidad llegó, claro esta, gracias a mi encierro y estudios me hice de renombre en el pueblo que visitaba; así que, cuando capturaron a un pez de extrañas escamas y dos pares de ojos, me invitaron a que yo fuera el primero en estudiarlo.
Al fin lo tenía en mis manos.
La llamada la recibí cuando me preparaba para dormir, era otra vez aquella fecha maldita, y honestamente no me sentía muy bien. El cielo se había oscurecido rápidamente, ¡Si hasta parecía ya medianoche, a pesar de ser tan solo las 6 de la tarde!
Me vestí rápidamente, no quería perder ningún segundo, había estado esperando este momento desde hace años. Cuando llegara al pueblo me entrevistaría con el capitán del barco que había capturado a tal horrible abominación. Bajé de mi bicicleta, ella me había acostumbrado a usarla, siempre queriendo salvar el medio ambiente, y no se por qué, algo en el lugar me daba escalofríos. La marea había subido notoriamente, y el olor ha pescado, olor a pescado muerto por alguna razón, reinaba en el lugar. El pequeño depósito en donde habían instalado una precaria veterinaria parecía incitar el rechazo, sus polvorientas ventanas, rotas claro esta, parecían un par de ojos sin fondo que brillaban en la oscuridad. Me aproximé a la silueta que asumí era el hombre con el que tenía que entrevistarme, pero al acercarme a él no podía dejar de notar un olor extraño, uno aún más desagradable que el del pescado muerto, la sombra del sujeto apoyado en el muelle era escalofriante; ya que parecía un ser de ultratumba, con garras en vez de manos y diamantes por ojos.
El hombre de barba blanca y pelo casi inexistente se mostró muy cordial e inteligente; aún para la situación. Pesé a su atuendo obviamente cliché, pantalones y polera azul con un polo blanco, demostró ser un ser terriblemente inteligente y lleno de bondad, algo que no se esperaría de alguien de su pueblo natal. No paraba de referirse a mí como si fuera un anciano, ya que debo admitir que, mi encierro había producido una rápida decrepitación en mi rostro y cuerpo; ahora, pese a mis 32 años, aparentaba ser un hombre de 48.
El capitán, un hombre llamado José Meléndez, pasó a explicarme toda su odisea para atrapar al bicho que ahora descansaba tapado por un manto de color grisáceo.
Aparentemente era aún de día cuando un bote partió de la costa hacía muy dentro del mar, aparentemente aquel hombre de barba grasosa y olor a pescado no había quedado “marcado” por la experiencia que nos habíamos visto sometidos; ya que había reabierto su negocio y ahora gozaba de cobrar exorbitantes precios por llevar a la gente al punto exacto de “La sombra de Zeus” como tan originalmente los pueblerinos, pobres idiotas, habían bautizado al lugar.
En eso estaban, me comentó, cuando volvieron a taparse los cielos, y unas piedras, que antes juraban no estaban allí, aparecieron. El bote se había visto volcado sobre si mismo, y la sombra había vuelto a atacar. Felizmente el buque pesquero de Meléndez se hallaba por la zona, este; al ser un barco de metal gigantesco, contaba con arpones y armas de diferente calibre para hacer frente a la criatura que intentaba desaparecer a la embarcación que para esos momentos se hallaba flotando en el mar.
Un brillo extraño apareció en los ojos del hombre mientras describía la batalla con la abominación, él y sus hombres estaban seguros de haber dado un golpe directo al cuerpo con el arpón; pero una fuerza sobrenatural seguía jalando el extremo de metal, intentando una desesperada huída. Doce hombres intentaron con todas sus fuerzas someter a la criatura-pez pero de repente los cielos se oscurecieron totalmente, y un llanto como el de un infante se hizo escuchar. Toda la tripulación del buque cayó sobre sus rodillas y empezó a llorar sin saber porqué, todos menos Meléndez. Él siguió de pie y disparó con su pistola ciegamente al océano, ya no le interesaba salvar a los ahogados; como muy apenadamente me confesó, sino quería acabar con aquél grito desgarrador que le hacía sangrar los oídos.
Y con un último grito infernal que se dejó oír a través de la bastedad de los mares, la pelea dejó un solo ganador, los hombres. Pero de repente, me cuenta él, muchas mas sombras aparecen en el mar; susurrando algo antes de desaparecer, misteriosamente, con las piedras que no solían estar ahí. Meléndez se puso blanco como el papel mientras narraba que al subir la “presa” al buque, tres de sus hombres saltaron al mar mientras dos huían despavoridos, sin contar a aquél que había terminado sentándose en posición fetal, susurrando para si mismo, al final; aquel hombre se arrancó los ojos en un arrebato de locura extrema.
Turbado profundamente por su relato, de tan gran toqué fantástico debo agregar, le pregunté porqué no le había afectado a él de sobremanera el aspecto de la criatura-pez; a lo que solo se encogió de hombros, diciendo que; al haber nacido en Joca, pueblo ubicado en la sierra del país y prácticamente inmerso en la línea que separaba sierra y selva, ya había visto suficiente cosas “locas” y “trabajo de bruja” como para poder soportar cual deformidad terrenal. Aunque después de ese pequeño discurso de bravería me informó, siempre en voz baja y susurrante, que había estado cerca de proferir un grito al ver a su “presa”. Me volvió a ver sonriente bajo su inmensa barba mientras se alejaba, llevándose aquél horripilante olor a animal salvaje con él.Sacudiendo el horrible malestar me adentré en el deposito, la poca luz que ingresaba por las ventanas creaban un juego de sombras terrible, con horrendas garras-manos que se extendían por todo el piso del lugar. No había nada aparte de una mesa con un tela encima de ella, y las sombras se torneaban de tal forma que parecían querer proteger el tesoro que allí yacía. Caminando apresuradamente a la mesa me senté en la única silla disponible, y sin pensar más arranqué aquel pedazo de tela que me separaba del horror supremo.
Un grotesco ser me devolvió la mirada, y poco faltó para que huyera gritando como un poseso. La criatura tenía la fisiología de un pez; su color entre azul y rojo desafiaba la imaginación; y sus dos pares de ojos, que estaban esparcidos por los lados de su cuerpo, te seguían sin importar a donde te movieras.
Cerré los ojos y tomé una bocanada de aire para intentar relajarme, los ojos del pez-ser me observaba atentamente; a pesar de que estaba seguro que estaba muerto. Apresurando mis movimientos empecé a buscar algo en la cosa esa, hasta ahora no sé que buscaba, abrí su boca; espantado al ver sus diminutos dientes; lo volteé miles de veces, pero sus ojos me observaban curiosamente. Me estremecí al frotar mis dedos contra sus escamas, una sensación de familiaridad me embargó totalmente; y, sin darme cuenta, me quedé observando a la cosa por poco más de diez minutos.
Pero de pronto algo me llamó la atención, me acerqué tanto que mi nariz rozaba el estomago del pescado; de repente me alejé, pegué un grito y me desmayé.Cuando recobré el sentido salí corriendo de aquel maldito lugar, escondiéndome en mi cabaña todo el día; solo saliendo cuando fueron a darme unas noticias los pueblerinos.
Claro que no me alarmé cuando me enteré que el espécimen había desaparecido de su lugar de exhibición; ni tampoco cuando, alarmados, me explicaron que el capitán Meléndez había desaparecido junto con toda su tripulación.Lo único que en realidad me sorprendió, pero aún así no fue tanto, fue cuando me decían que aquel hombre de la barba grasosa volvió a abrir su negocio de botes.
Tal vez el capitán desapareció por volver al mar, yo lo he evitado desde ese día; guarda secretos que maldigo haber descubierto. Y aquel dueño del negocio, tengo el presentimiento que ha deducido que yo sé su secreto.
Tal vez venga por mí, lo he visto un par de veces en el pueblo; y siempre me observa desde lejos, murmura algo y se va.
Pero tal vez deba explicar lo que sucedió esa noche, lo que descubrí hizo que huyera del deposito mientras los relámpagos y truenos dejaban notar su presencia en los cielos. Lo que hizo que me recluyera totalmente de la civilización y temiera lo que el mar oculta.
Cuando me pegué al estomago del ser pude estudiar más a fondo sus escamas, que parecían estar formadas por pequeños círculos ovalados. Estos círculos tenían una forma muy familiar para mí pero no fue hasta que observé una parte cercana a sus ojos que supe el porque de esto, sus escamas estaban hechas de piel humana, y en aquel punto cerca de sus ojos brillaba un anillo de compromiso.
Cielo santo, ¡¿En qué se habían convertido esos pobres ahogados?!

domingo, 19 de octubre de 2008

Despertar en el desierto

No estoy seguro de cómo llegué allí, lo ultimo que recuerdo es……nada.

Me levante apoyándome primero en mis piernas y luego en mis manos y, como por instinto, me encontré dirigiéndome al sur.

En vista de que por lo menos mis piernas sabían a donde me dirigía me tomé unos minutos para apreciar mis alrededor, no estando seguro de el porque de mi fascinación con el lugar. Sin importar a donde mirara, el inmenso mar de tierra casi anaranjada era igual. Era obvio que no había ningún ser vivo por los alrededores, pero mi fascinación no menguaba; quería saber a donde me dirigían mis piernas.

El cielo estaba de un color azul claro, poquísimas nubes acompañando el panorama. Ya debería de haber caminado un largo trecho bajo el sol, mi cabeza me estaba pesando y exigía un descanso. Al parecer el resto de mi cuerpo se negaba a la idea visto que seguía en mi camino. Mi mente gritaba que me parara, que lo que me esperaba más allá exigiría que estuviera bien descansado; tanto física como psicológicamente. Pero otra vez mis desobedientes miembros inferiores siguieron su voluntad.

Entonces lo vi, en medio de aquella llanura, en el horizonte, donde el cielo parecía fundirse con la tierra. Un túmulo.

Allí es donde, me di cuenta, me dirigía; a pesar que un repentino viento empezó a soplar en mi contra, casi como si la propia naturaleza quisiera alejarme de allí. Más tarde, ya en casa, no pude evitar pensar que lo mejor para mi cordura hubiera sido hacerle caso a aquellas extrañas señales. Pero en ese momento no pensaba; y al llegar a lo alto de aquél extraño túmulo hice el peor error de mi vida, una que me perseguirá el resto de tiempo que me queda, mire que había más allá.

Los horrores de los que fui testigo son indescriptibles en su totalidad, por ello solo narrare los más resaltantes. Pero por mucho tiempo me pregunté como seres tan horrendos habían pasados desapercibidos por tanto tiempo, pero me estoy adelantando a los hechos.

Debo decir que mi primera impresión de estos enigmas fue de maravilla, parecían encontrarse en una especie de ciudad donde, todos estaban quietos. Estas criaturas eran bípedas, como tu o yo, parecían no haber notado mi presencia ya que al siguiente instante habían retomado sus actividades. Aproveche este momento para poder estudiarlos con más detenimiento.

Parecían estar divididos en dos grupos me di cuenta, ya que algunos caminaban erguidos y otros casi rozaban el suelo con lo que asumí eran sus manos. Los altos, que es como llamare a los que caminaban erguidos, tenían sus propias diferencias entre ellos; ya que se vestían con dos tipos de ropa distinta, supuse que sería para distinguir machos de hembras pero yo nunca pude ver ningún signo de sexo en esas horribles criaturas.

Los bajos por el contrario se vestían de forma idéntica, solo variando los turbantes en sus cráneos. ¡Esos horribles y deformes cráneos! En estos habían 7 orificios en total, pero nunca me aventure a si quiera imaginar para que podían servir.

El horror comenzó en aquel momento, cuando otro ente apareció. Este era más alto que el resto; pero su símbolo más distintivo era su extraña armadura, hecha de un material que nunca había visto antes, en su pecho tenía un aún más extraño símbolo que parecía estar compuesto por cuatro rectángulos. Tanto los altos como los bajos observaron al recién llegado, notando algo que yo fallé en ver al principio. Aquél no estaba solo sino que tenía a una hembra, supuse, atrapada en sus deformes garras.

Empezó un discurso en una lengua totalmente desconocida para mí. Mientras hablaba, ahí descubrí que uno de los orificios servía para el habla, sacudía a la hembra. Esta tenía sus ropajes destruidos, mostrando unos horribles ¿muslos? Del color del desierto, pero con tonalidades moradas. Cuando se termino el discurso el pueblo, si es que se le puede llamar así, emitió un chirrido espeluznante. Empezaron a rodear a la hembra, que ahora estaba sola. Las criaturas alzaron objetos del suelo y atacaron, emitiendo algo parecido a una risa macabra mientras celebraban una orgía de muerte y sangre.

De inmediato huí del lugar, preguntándome como unos seres tan deformes y horribles podrían haber pasados desapercibidos por siglos, ya que algo dentro de mí me decía que eran tan antiguos como el planeta mismo.

Continué mi huida convencido que estas abominaciones debían ser aniquiladas y, mientras contemplaba como hacer esto, recordé como se les designaba en aquellos libros de lo oculto que tanto me gustaban leer de joven.

Se les llamaba……humanos.

jueves, 16 de octubre de 2008

Odio

Observa por la ventana y ve a un hombre apoyado en la pared, le falta un pie, el tipo esta sonriendo y fuma lentamente un cigarrillo, nada lo distingue de los demás.¿Como puede vivir así?, le falta una parte del cuerpo, pero se encuentra feliz en la calle, con sus amigos y comportándose como todos los otros.
Lo odia.
Odia el hecho que pueda sentirse normal siendo anormal, así que aleja su vista del sujeto, el carro en el que se encuentra sigue su camino marcado, se encuentra en el asiento del copiloto, Dios sabe que conducir es un mal necesario, pero el nunca ha sido de gustarles los males, por más necesarios que sean papa, recordó haberle dicho a su padre infinidad de veces cuando este intentaba enseñarle a conducir.El carro se detuvo en otro semáforo, esta vez un chiquillo se paró en la ventana, tenía una traza roja, y sucia, entre sus muñones, el niño estaba falto de ambos brazos, de los codos para adelante no había nada, solo aire.
Sintió que estaba listo para vomitar, que asco, ¿como alguien podía vivir así?, observó los ojos del pequeño, esta feliz, aún era inocente, y lo odia por eso.
El motor ruge una vez más, más cerca de su hogar esta vez, pero otro semáforo los vuelve a detener, su mujer voltea con el ceño fruncido.
-Podrías decir algo sabes- le reclama, no debe ser un buen acompañante, pero ahora se encuentra demasiado ocupado viendo a las personas de la calle, otro de ellos capta su atención, una mujer mayor esta vez, hace mucho pasó el umbral de los sesenta, le quita el aire a los vivos pensó por un momento, la inmensa cabellera blanca de la mujer esta atrapada en una cola de caballo mal hecha, la señora se acerca al vehiculo, esta en una silla de ruedas, le faltan ambas piernas, de rodillas para adelante no hay nada, pero recibe una propina de parte de su mujer y sonríe, feliz de que hay alguien con un buen corazón en las calles.
Y la odia por eso.
¿Como alguien como ellos pueden ser feliz? ¿No sienten como los miran el resto de personas? ¿Como los miran gente como él, con pena y hasta veces asco, o es que simplemente no les importa? ¿Como pueden vivir así? ¡¡¡¡¡ ¿COMO?!!!!!
El auto se detiene al frente de su hogar, su mujer sale primero y el se queda dentro, esperando con la cabeza baja, su mujer le abre la puerta y lo carga, sentándolo en la silla de ruedas, los muñones en sus piernas y brazos colgando placidamente mientras se encuentra levantado.
Y se odia a si mismo.

miércoles, 15 de octubre de 2008

Los sin rostro

Escrito por: Zombienauta

El paradero esta abarrotado de gente esperando el autobús.
Los autobuses vienen repletos, hay asiento, hay asiento… vociferan los cobradores, hay asientos!; claro que hay asientos, pero todos ocupados.

-Esto llevara un buen rato, no me gusta estar parado.
-Las bancas del paradero están vacías,- esperare ha que la gente disminuya, momento propicio para terminarme el crucigrama.

La fragancia del perfume de una adolescente no muy distante me dice que no soy el único que espera ha que la gente disminuya.


-Maldición, quien se duerme en un paradero.-
La fragancia algo distante se sigue sintiendo,- bueno parece que aun no disminuye la gente.-
Levante la mirada, no había nadie. Vaya ese perfume si que deja huella, cuanto tiempo me habré dormido?; no confío en mi reloj interno. -es tiempo de que consiga un reloj.-

El sonido de un motor me agudiza los sentidos, un autobús, quizás el ultimo.
Esta repleto,- no importa solo quiero llegar a casa.-

Los faros del autobús parecen ser dos ojos luminosos, se acerca a gran velocidad, las llantas parecen flotar, los pasajeros dentro desaparecen por intervalos de 5 segundos; debido a la luz que asciende y desciende.
Alzo la mano, -el autobús es de esos de dos puertas,- la trasera se abre.

Se detiene sin hacer ningún ruido.

Subo, Busco un lugar donde no incomode a nadie ni me incomoden, trato de ignorar a la gente, de inmediato dirijo mi mirada a las ventanas,- no dejaban observar nada de afuera.-
Solo veía mi reflejo, pero estaba solo, el autobús estaba vacío, aun en los intervalos en que desaparecía veía mi reflejo.

Los demás? Por que no se reflejan?, observe todo el autobús, solo el pasillo estaba repleto, los asientos estaban vacíos, las personas tenían la mirada alzada; observando inmóviles el techo,- el conductor también-, como puede conducir así?.

-Señor tenga cuidado-, el conductor seguía inmóvil mirando el techo, SEÑOR!!,

Todo seguía igual.

El temor me invadía, otra vez el intervalo oscuro, esta vez duro mucho mas, -no me agradaba la idea de estar a oscuras-, el miedo se convirtió en pavor. todo visible otra vez, ahora las cabezas tenían la mirada fija hacia las ventanas, pero que mirada? No tenían rostro, -eran como dibujos de personas incompletas,- seguían inmóviles,

el pavor se convirtió en frenesí.

-una gota de sudor frío recorre mi rostro-, el rostro que ellos no tenían, -otro intervalo a oscuras,- los rostros inexistentes están mirándome fijamente, -otro intervalo mas-, no! otro mas no!, que podría seguir después de eso?, las “personas” acorralándome?, el intervalo seguía, esperaba nunca acabase, -talvez quieran mi rostro.- nunca me había sentido tan a gusto en la oscuridad; es mas fácil tenerle miedo a algo que no ves, la ignorancia nos hace felices, en este caso; seguros. Pero no era más que la calma previa a la guerra.

¿Mi reflejo? Ahora no lo veo, -es un indicio de que algo malo pasa-, la luz parecía volver, pero ascendiendo de poco en poco, ahora podía ver el reflejo de los sin rostro; eran siluetas oscuras, pero el rostro brillaba, tanto como los faros del autobús, era un brillo mas fuerte que la luz que ascendía de en pocos.

La luz regreso completamente, no estoy rodeado por nadie, -me encuentro ocupando un asiento, mirando la ventana-, mi rostro! .No tengo rostro , el reflejo me mostraba lo que ahora era, uno mas de ellos.

Pero, era el único que ocupaba un asiento, talvez fue así como el autobús se lleno de gente como lo que ahora soy yo.



Aún el autobús sigue recolectando pasajeros, ahora tiene 15 asientos ocupados

lunes, 13 de octubre de 2008

La Cena

La noche engullía el pequeño camino que mi viejo automóvil negro de cuatro puertas recorría, pisé fuertemente el acelerador mientras intentaba calmar mis pulmones, mis dientes chirriaban por el frió, podía sentir la tela de mi polo pegada a mi piel, maldita lluvia maldije por tercera vez.
La radio recitaba una vieja canción, pero, Dios sabe porque, la melodía llegaba entrecortada, ¿Tenía algo que ver con la lluvia, o tal vez se debía a que me encontraba a media hora del pueblo más cercano?
Tal vez era eso, no pude evitar sentir que me encontraba en medio de una muy mala película de terror, de pronto aparecería algo de entre las sombras, algo que me haría batallar por mi vida.
Aquella idea me arranca una sonrisa, que absurdo, soy un graduado universitario por amor a Dios, no podía comportarme como un adolescente y pensar que en cada vuelta de la esquina lo horroroso me estaba esperando, la mujer cantando en la radio pronunciaba cosas inteligibles, una pena, la canción era prometedora, cambiar de estación suena como una buena idea, la maldita lluvia sigue golpeando el auto, estúpida lluvia y su característico Toc Toc Toc.
-Y un anuncio para todos los pueblerinos, el monstruo de Riverdale, que nuestro cuerpo de policía se jactaba de haber capturado fácilmente, ha escapado de la celda a la que había sido confinado por haber asesinado a múltiples adolescentes, y posteriormente, en un acto de inhumanismo atroz, había ingerido los cuerpos.¿Tan inútil eran los policías?, hasta donde podía calcular ese hecho había ocurrido ya hace más de dos horas, ¿y recién en este momento avisaban al pueblo? Ese tiempo sería suficiente para que el asesino cometa otra de sus atrocidades.
Pero, ¿se le podía llamar así?, ¿atrocidades?, ¿demente?, ¿monstruo?, después de todo, ¿cual era su verdadero crimen?, haber asesinado a personas, que de todas formas iban a morir, ¿habérselas comido?, un hombre castigado por practicar un gusto fuera de lo común, claro, los homosexuales también eran perseguidos, así que suponía debía ser algo inherente de nuestra propia raza, perseguir a los que no son iguales.Claro que no defendía aquellos actos, lejos de eso, Toc Toc Toc, la lluvia continuaba, el pequeño camino que me encontraba recorriendo ya había dejado de ser carretera, se había vuelto un conjunto de piedras y tierra nada más, los árboles que rodeaban el sitio parecían agrandarse por minutos, ¿Qué fue eso?; por un momento me pareció ver a alguien en las sombras, observándome.
El auto se detuvo por un momento, nada de que preocuparse; yo hice que dejara de moverse, a lo lejos se dejaba ver un auto de policía, si pasaba por ahí un idiota me detendría solo para empezar a hablar de que tan peligroso era ir solo en una noche como esta, con tantos locos sueltos y demás; deduje que lo mejor sería tomar un camino alternativo, claro que era más accidentado y metido al bosque; pero por lo menos no perdería media hora escuchando a alguien que lo único que quiere es que le suelten dinero.
Necesitaba llegar lo más rápido posible a la cabaña de todas formas.
El auto volvió a avanzar, y por unos segundos sudé al ver que el camino era aún más accidentado de lo previsto, ¡tenía más piedra que tierra! , pero nada de eso importaba ya que la silueta en las sombras no abandonaba mi mente; ¡allí esta!, podría jurar que vi algo; pero no, no pienses tonterías, no hay nadie ahí afuera, ningún peligro en el bosque.
Tengo tanta hambre que mi estomago esta rugiendo, tal vez cuando llegué a caza me prepare un bistec, una porción de ensalada y un buen vino para acompañar; un ruido se escucha en las sombras, ¿por qué el auto se detuvo?, al bajar puedo ver que una llanta se ha desinflado, demonios, pero; no estoy tan lejos de casa; si camino estaré ahí en unos cinco minutos.
Otra vez se puede escuchar aquel sonido, como los pasos de alguien rompiendo ramas caídas bajo sus pies; ¿por qué me pongo nervioso?, ¡Esta no es una película de terror maldición!, debo empezar a tranquilizarme, casi sin darme cuenta me encuentro caminando rápidamente, prácticamente corriendo,
Y por instinto volteó cada minuto, solo para asegurarme que sigo solo en el bosque, volteo una vez, no hay nadie allí; segunda vez, sigo solo; tercera vez…
Unos ojos rojos me observan desde las sombras, un brillo resplandece en la oscuridad y de pronto los ojos han desaparecido, el miedo esta empezando a apoderarse de mí, respira hondo, no pasa nada, no pasa nada...
¿Si en serio no pasa nada, por qué tengo que repetírmelo constantemente?
No interesa, no hay que pensar más en ello, sigue tu camino; ignora aquel horrible sonido de jadeos alrededor tuyo, la luna ilumina la parte del bosque donde me encuentro; pero de alguna forma macabra, se niega a iluminar las sombras parecen quisieran engullirme.
Puedo ver la cabaña, ya estoy cerca, pero los jadeos animalescos también, puedo oírlos como si estuvieran a mi lado; debe ser algún animal- eso espero- la puerta de la cabaña esta abierta, ¿me olvidé de cerrarla?, estaba seguro de haberla cerrado fuertemente antes de salir, otra bocanada de aire, ¿por que me empezaba a sentir asfixiado?Camino más rápidamente de lo que me gustaría aceptar y ahora estoy delante de la puerta, esta semi abierta y no puedo ver nada adentro; me invita a pasar pero temo cruzar el umbral y encontrarme con algo horroroso dentro, con alguien sentado allí, esperándome...Abro la puerta intentando hacer que mi mano deje de temblar, si moriré me iré con la cabeza en alto, hay un momento en el que la sala se encuentra en total oscuridad, estiró mi brazo y prendó el interruptor de la luz.No hay nadie allí.Sonrió un momento y termino por estallar en carcajadas, tanto miedo y paranoia por nada, moviendo mi cabeza de un lado a otro cierro la puerta y camino tranquilamente hacia la cocina, deteniéndome a ver a la chica que esta amarrada ahí.Me acercó a la mujer con el corazón golpeando fuertemente mi pecho, agarro un cuchillo antes de hablar.

-Es hora de cenar...

domingo, 12 de octubre de 2008

Introducción al Blog

Hola, aqui se hace presente LJ-90; con un nuevo Blog llamado "Cuentos de Terror"
Tal vez el título no sea de lo más original, pero cumple su cometido, solo quiero darles la bienvenida a este nuestro blog. Si, dijo nuestro ya que el lector tendrá una parte fundamental en este espacio de la red.
Pero antes dejenme hablarles un poco más de mí.
He leído muchos libros en mi corta vida, y he escrito desde que era un crio; pero me he dado cuenta que quiero compartir mis escritos con otros, y escuchar que es lo que tienen que decir; escuchar sus criticas (por más destructivas que sean) e intentar mejorar.
El terror siempre ha resultado fascinante para mi, he estado leyendo a Lovecraft y su circulo, y si bien el terror cosmico es psicologicamente genial he decidido escribir cuentos de todo tipo; siempre en el genero del terror claro esta.
Pero no quiero ser otro blogero que escribe y escribe aburriendo al lector muchas veces, por lo cual he decidido a hacer de este blog algo diferente. En este sitio ustedes también podrán ver publicadas sus obras; solo me las envían y las publicaré gustoso, ya que lo que más anhelo por ahora es conocer a más gente que guste de escribir y leer, tal vez comenzar una amistad con esas personas.
Unir a la gente con el mismo gusto suena facíl, pero es probable que no lo sea. Hay muchos blogs ahí afuera, pero si alguién encuentra este, aunque sea de pura casualidad, y le gusta, envié algún cuento que haya escrito (siempre intentando pegarse al genero del terror o horror) y será publicado sin prejuicios.
Espero que alguién encuentre este sitio y confié lo suficiente como para aventurarse a crear un blog lleno de grandes historias de miedo, un sitio donde entre los propios autores podremos criticarnos (de buena forma) y crecer. Ya que ese es el fin ultimo de este sitio, ayudar a todos los autores principiantes ( y no tanto) a crecer, y a ampliar su publico. Quién sabe, tal vez algún gran autor se pasea por esta pagina, y podremos decir que lo ayudamos a ser el gran escritor que será en el futuro.
Sin nada más que decir me despido, esperando que se tomén el tiempo de enviar su cuento y ver que tiene que decir el publico de su talento. Recuerden que siempre los derechos de autor seran respetados, y cada historia tendrá el nombre (o apodo) de su autor al lado.
Nos vemos, espero.

P.S: Si quieres enviar tu cuento (no importa longitud) puedes hacerlo a este correo ojosrojos18@hotmail.com